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Avenida 19

Solo lo acompañaba el frío de la noche,

pero lo consolaba el calor de su bebé.

La gente caminaba con sus problemas sin percatarse de su existencia.
Lo ignoraban, lo rechazaban, pero no era nada a lo que no estuviera acostumbrado.

No importaba si era lunes o sábado, todos los días eran iguales para él.
Al final solo importaba sobrevivir.

Ese día no se hizo en el lugar de siempre, eligió otra esquina con la esperanza de cruzarse con gente que lo ayudara.
Quedaban pocas horas para que la luna apareciera y llegó alguien que le cambió las pocas horas que quedaban del día.

Ella lo observó desde la panadería, sabía que no podía ofrecerle más que pan, leche para su bebé y un abrazo.

Lo que ella no sabía, era que ese abrazo era lo único que este hombre necesitaba aquel día.

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