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Mostrando entradas de 2018

Avenida 19

Solo lo acompañaba el frío de la noche, pero lo consolaba el calor de su bebé. La gente caminaba con sus problemas sin percatarse de su existencia. Lo ignoraban, lo rechazaban, pero no era nada a lo que no estuviera acostumbrado. No importaba si era lunes o sábado, todos los días eran iguales para él. Al final solo importaba sobrevivir. Ese día no se hizo en el lugar de siempre, eligió otra esquina con la esperanza de cruzarse con gente que lo ayudara. Quedaban pocas horas para que la luna apareciera y llegó alguien que le cambió las pocas horas que quedaban del día. Ella lo observó desde la panadería, sabía que no podía ofrecerle más que pan, leche para su bebé y un abrazo. Lo que ella no sabía, era que ese abrazo era lo único que este hombre necesitaba aquel día.

Cargas ligeras

Los kilómetros aumentan, el corazón se acelera y de pronto estoy volando. En un parpadeo, una oleada de calor, sal de mar y piña colada me reciben. Desnudo mis pies mientras el sol se desvanece en el horizonte,  estaba a unos pasos de llegar al punto en donde las olas se devuelven y mientras mis pies abrazaban la arena, mis cargas se hacían más ligeras.

Me acostumbré

Me acostumbré a levantarme en las mañanas y saber que estás a mi lado, me acostumbré al olor que dejas en mis almohadas, me acostumbré a tener en las mañanas alguien a quien darle los buenos días, me acostumbré a sentir la necesidad de quererte, me acostumbré a suspirar sin darme cuenta. Decían que se necesitaba 21 días para adquirir un hábito, pero nunca me dijeron que en 21 días uno podía acostumbrarse a querer tanto a alguien.

Alma libre

Encerrada, impotente, alejada, Su alma era indomable, indescifrable, inofensiva, solo sabía hacerse daño. Unos la veían libre, otros rebelde. Solo ella sabía lo que guardaba. El cinismo de la gente la ocultó y el dolor la extinguió. Siempre buscó la libertad, pero al final, se dio cuenta que su alma no pertenecía a este mundo.

Se busca

El día que se perdió el amor, salí a las calles a buscarlo. Ese mismo día, le pregunté a todos mis amigos por su paradero, incluso a mi familia. Pegué carteles y envié cadenas por WhatsApp. Al cabo de una semana, alguien tocó mi puerta. Ese hombre no sabía de su paradero, pero en su mirada volví a encontrar el amor.

Por una campana

Era su primer día de universidad, la ansiedad de Omaira la levantó a las 5:00 de la mañana, se alistó y caminó hasta la estación de Marly, pero justo antes de entrar, miró hacia el cielo y cambió sus planes, ahora quería caminar. No necesitaba Waze para saber que la ruta que más iba a disfrutar era por la séptima.  Caminó en compañía de su playlist favorita y un poco de tráfico. En 6 canciones ya estaba sentada en el salón 45B de la Javeriana. Fue testigo de como sus nuevos compañeros comenzaron a entrar, hasta que finalmente entró el profesor y cerró la puerta. Omaira comenzó a sudar frío, escuchaba las voces de sus compañeros distorsionada, sabía que estaba a dos puestos de pararse frente a su nueva clase para presentarse y contar qué la había inspirado a estudiar filosofía. Pero j usto antes de que ella comenzara a hablar, sonó  la alarma de simulacros. Ella salió junto a toda la clase y antes de caminar al punto de encuentro, se dio cuenta que había entrado al salón de b

Sin aliento

Respiró  hondo, se llenó de valentía y pidió el ascensor. El sudor surgía al ritmo de su corazón. Subía el ascensor, también la adrenalina. Se detuvo en frente del 402, sus manos temblaban. Seguía ensayando en voz baja cómo le diría que la amaba. Timbró la primera vez, nada pasó. Lo hizo de nuevo, y de nuevo, nada. La tercera es la vencida y justo antes de presionar el botón, un vecino que llegaba de pasear a su perro le quitó el aliento. Hace una semana ella se había mudado.

Suena a vainilla

Ese sonido podía detectarlo a kilómetros, él ya sabía que venía, salió corriendo de su casa sin darse cuenta de que sus pies ya iban negros. Se paró en la esquina, pasaron 5 minutos, después 10 y al minuto 15 lo tenía al frente. Justo cuando se decidió por el helado de vainilla, se acordó que dejó el dinero en su mesita de noche.

Pronóstico del día: se avecina una tormenta de polvo

Era un día soleado que pintaba bien, era un día en el que sabía que algo bueno iba a pasar. La primera casa se veía abandonada, decidí timbrar y salió una señora que se veía muy ocupada, estaba molesta por tener que abrir la puerta, era claro que la felicidad no reinaba en su día. Ella me preguntó despectivamente qué quería ya que estaba extremadamente ocupada. Le conté que en el barrio estaba corriendo un rumor que se aproximaba una tormenta y yo era la encargada de avisarle a todas las casas el desastre que se aproximaba. En el barrio decían que la tormenta iba a levantar mucho polvo y que todos debían estar preparados. La señora quedó preocupada mientras yo me alejaba. En la tarde volví y la señora me recibió muy preocupada, esta vez no venía a darle malas noticias. Le pregunté si podía entrar a su casa, ya que sentía una presencia extraña. Ella me dejó entrar porque eso le había causado curiosidad, de pronto saqué una aspiradora de mano de mi maletín y la