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Por siempre

El canto de los pájaros, el choque del viento sobre los árboles y las pisadas sobre las hojas era lo único que interrumpía el silencio de aquel bosque.
No eran necesarias las palabras cuando las miradas lo decían todo.
Caminaron durante una hora sin pronunciar una sola palabra, hasta que vieron el árbol más grande, frondoso y hermoso del bosque.
Era tanta su grandeza que lo admiraron por minutos, hasta que Juan se acercó, sacó una navaja de su bolsillo y decidió inmortalizar su amor por Patricia en un corazón que encerraba sus iniciales.
Al cabo de unos meses, el último testigo de aquella relación fue talado.

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