Ir al contenido principal

Escribir es un arte reservado.


La comunicación ha sido parte vital desde nuestra razón para sobrevivir y trascender. 

Desde que nacemos han buscado la manera de enseñarnos a comunicar, por medio de gestos, sonidos, y hasta balbuceos; en el colegio nos dan bases para leer y escribir, estas se van desarrollando y facilitando con la medida de los años.
Escribir es un arte que elige a pocos, es un talento que necesita ser ejercitado para huir de la monotonía y pobreza del vocabulario.
El escritor argentino Eresno Mallo afirma que es necesario aprender a leer y fracasar. Para Mallo, el talento no puede ser enseñado ni aprendido, tenerlo carece de mérito y no significa gran cosa sin un trabajo de fondo que lo haga brillar. El de la Plata asegura que para que un texto resulte fluido y dinámico no vale solo con exponer el talento, ha de ir acompañado por una gran inversión de tiempo y esfuerzo.
Después de esto, queda claro que de nada sirve tener el talento sin aplicar la técnica adecuada.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Vaivén

Irreverente, insaciable, impredecible. Algunos días se levanta azul, otros cristalino, y a veces se hace el verdoso. Baila al ritmo del viento, mientras le saca espuma a la costa. Y cuando el sol se arropa con él,  la luna sale para brillar ante su grandeza.

Sin aliento

Respiró  hondo, se llenó de valentía y pidió el ascensor. El sudor surgía al ritmo de su corazón. Subía el ascensor, también la adrenalina. Se detuvo en frente del 402, sus manos temblaban. Seguía ensayando en voz baja cómo le diría que la amaba. Timbró la primera vez, nada pasó. Lo hizo de nuevo, y de nuevo, nada. La tercera es la vencida y justo antes de presionar el botón, un vecino que llegaba de pasear a su perro le quitó el aliento. Hace una semana ella se había mudado.

Me acostumbré

Me acostumbré a levantarme en las mañanas y saber que estás a mi lado, me acostumbré al olor que dejas en mis almohadas, me acostumbré a tener en las mañanas alguien a quien darle los buenos días, me acostumbré a sentir la necesidad de quererte, me acostumbré a suspirar sin darme cuenta. Decían que se necesitaba 21 días para adquirir un hábito, pero nunca me dijeron que en 21 días uno podía acostumbrarse a querer tanto a alguien.