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Por una campana

Era su primer día de universidad, la ansiedad de Omaira la levantó a las 5:00 de la mañana, se alistó y caminó hasta la estación de Marly, pero justo antes de entrar, miró hacia el cielo y cambió sus planes, ahora quería caminar.
No necesitaba Waze para saber que la ruta que más iba a disfrutar era por la séptima. 
Caminó en compañía de su playlist favorita y un poco de tráfico. En 6 canciones ya estaba sentada en el salón 45B de la Javeriana.
Fue testigo de como sus nuevos compañeros comenzaron a entrar, hasta que finalmente entró el profesor y cerró la puerta.
Omaira comenzó a sudar frío, escuchaba las voces de sus compañeros distorsionada, sabía que estaba a dos puestos de pararse frente a su nueva clase para presentarse y contar qué la había inspirado a estudiar filosofía. Pero justo antes de que ella comenzara a hablar, sonó la alarma de simulacros.
Ella salió junto a toda la clase y antes de caminar al punto de encuentro, se dio cuenta que había entrado al salón de bellas artes. Esta vez la había salvado el sonido de una campana.

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